La Carta de la Semana (24/11/2017): "UN ACTO DE CONFIANZA"


La fe es un acto de confianza. No es la mera adhesión a un cúmulo de ideas y creencias, a una doctrina, a unos principios. Eso sería fácil y no garantizaría el gozo del corazón. Se trata de una adhesión plena de persona a Persona. Una respuesta integral a una invitación que afecta a cuando somos y tenemos. Creer es un acto del corazón y de la cabeza. Creer compromete todo lo que somos.

Tal vez nada es tan claro como la afirmación de que se trata de un acto de confianza. La confianza nos ayuda a superar el miedo. Y el miedo es la emoción paralizante a la que más debemos temer. Quien tiene miedo no funciona.

Permítanme un ejemplo, de esos que solemos experimentar todos muchas veces en la vida. Me refiero a la experiencia de estar sentados en el despacho de un médico cuando nos explica los resultados de una analítica y nos comenta algún desajuste encontrado. Nos fiamos sin ver al analista que tuvo los tubos de nuestra sangre en sus manos y miró al microscopio una gatita de la misma. Nos fiamos sin verlo ni conocerlo, suponiendo que ha hecho un buen trabajo. Nos fiamos del criterio medico de quién nos receta algún medicamento que equilibre nuestros niveles. Suponemos que el fabricante de los medicamentos ha hecho un trabajo digno y adecuado. Nos fiamos de un montón de gente a quienes no vemos ni conocemos. No podríamos vivir sin la confianza.

Todos reconocemos que la amistad es la relación interpersonal de mayor entidad y significación. Y es cierto que la vida sin amigos es diferente a una vida amigable. Sentir que alguien es amigo y digno de nuestra confianza, nos incrementa la dicha y el gozo de ser personas. Porque una persona podría definirse como un ser capaz de amistad. Sin confianza no es posible la amistad.

Por todo ello, creer es confiar. Creer es superar el miedo. Creer es fiarse.

Creer es una amistad.

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