La Carta de Cope (2/6/2017): "LAS PRIMERAS COMUNIONES"


Todo tiene una primera vez. La vida está llena de estrenos. Las primeras palabras, los primeros pasos, los primeros amigos, las primeras clases, la primera novia, la primera herida, la primera… Todo tiene un primer momento, una primera vez. También el acto de fe y los actos en los que participamos con conciencia y madurez tiene una primera vez. Y en este mes de mayo muchos hemos sido invitados a alguna celebración litúrgica en la que algún familiar o amigo, por primera vez, participa en la comunión eucarística con la comunidad cristiana. Y Dios quiera que el envoltorio festivo no estropee lo esencial de la primera experiencia de comunión eucarística en los pequeños.

Celebrar la primera vez es, también, ocasión de fiesta familiar y de gozo compartido. Es la clara manifestación de que el ser humano es homo lúdico y que aprovecha cualquier ocasión para responder a esta dimensión básica de su naturaleza. Bienvenida siempre la fiesta a la vida de los seres humanos. La fiesta que es consecuencia de la alegría. La fiesta que es expresión de la importancia del acontecimiento celebrado. Fiestas llenas de contenido. Porque una fiesta vacía de contenido, que sólo es fiesta sin causa ni motivo, está vacía y dura lo que duran las burbujas de la sidra…

Cuando recibimos en la Eucaristía a Jesús, los cristianos confesamos el dato fundante de su presencia. Celebramos en un momento y en un lugar lo que reconocemos como realidad permanente: no estamos solos en la historia y arrojados a la tragedia de nuestra libertad. Estamos acompañados con un amor providente que atraviesa nuestras biografías ofreciéndole sentido y dirección.

Despierto mis recuerdos y me sitúo 43 años antes. En la pequeña iglesia situada a la entrada de Icod de los Vinos en la que se custodia la imagen del Cristo del Calvario. Un viejo sacerdote -D. Valentín- que fue el mismo que le dio la primera comunión a mi madre 24 años atrás. Vestido con el hábito de Santo Domingo. Entonces, y allí, fue mi primera vez…

Pasado el tiempo, en vísperas de la ordenación sacerdotal, un compañero me dijo: «Celebra la Misa siempre como si fuera tú última Misa». Y en este espacio de sentido se une la primera y la última vez que hacemos las cosas. Porque habrá una última vez histórica en la que hagamos las cosas que han producido motivo de fiesta en nuestra vida. Y tomar conciencia de esta ultimidad, sin duda, apasiona el acontecimiento. 

Ojalá que la primera, no sea la última comunión.

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