La Carta de la Semana (7/4/2017): "LA LAGUNA SOLIDARIA"


El pasado viernes se celebró en la Ciudad del Adelantado la I Feria de la Solidaridad. La Ciudad de La Laguna se convirtió en un escenario vivo de la generosidad concretada en infinidad de asociaciones y grupos que tienen como objetivo la ayuda altruista de las personas que tienen alguna necesidad. La que es Ciudad Patrimonio de la Humanidad por sus fundamentos históricos se convirtió en Ciudad Patrimonio de la Solidaridad, de la justicia en movimiento, del milagro del amor. Todo un acontecimiento.

La solidaridad, el amor mutuo, la comunión interpersonal, la ayuda generosa, la gratuidad, la consideración compasiva de la importancia del otro, la creatividad del amor…, etc., siendo tan necesario, es mayoritariamente anónimo e invisible. Es poco noticiable porque no se raja a nadie, porque no se dibujan conflictos y enfrentamientos, porque no hay citaciones en los juzgados. Los medios de comunicación deberían hacer una opción por la narrativa de la solidaridad. De igual forma que hay secciones dedicadas a los deportes, la política, o el tiempo, debería existir en todos los noticieros una sección fija dedicada a la solidaridad. Pero no la hay; no sé por qué, tal vez porque creemos que no vende una noticia que narre que una asociación pierde su tiempo -o mejor, lo dedica generosamente- a ayudar a niños con enfermedades raras, a promover la integración de los niños con Down, a atender al matrimonio y la familia, a educar en el respeto al medio ambiente, a… tantas necesidades que hacen de la sociedad una verdadera sociedad del bien común, del bien estar y de la preocupación por el nivel social pleno y feliz de todas las personas.

Si faltara solidaridad en una comunidad humana, aunque tuviéramos garantizados todos el alimento y la vivienda, habitaríamos un suburbio de individualismo asqueroso. Inhabitable, evidentemente. Una manada pivota sobre el «macho alfa», sobre el fuerte y saludable. Una sociedad humana no merece ser descrita desde las notas características de una manada. Somos habitantes y no sólo vivientes de una ciudad. Y ha humanizamos con lo que caracteriza nuestra condición humana: conocimiento, libertad y capacidad de amor.

La misma ciudad que proclamará el triunfo de la vida y la salvación la próxima semana en la hermosa y penitente Semana Santa, es la misma ciudad que ha merecido subtitular su identidad con el noble y leal título de Ciudad de la Solidaridad. Ambas caras de la misma moneda. Un amor que se entrega hasta la muerte, que no se reserva nada, que considera al otro como objeto privilegiado de la propia vida, es fuente y cumbre de la verdadera solidaridad. 

Manadas, nunca; comunidad solidaria.

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