La Carta de la Semana (05/01/2017): EL DESAPEGO A LA SALVACIÓN


¿Para qué es necesario un sistema sanitario, estatal o autonómico, si tenemos la certeza de que nuestra salud es buena e inquebrantable? ¿Cómo vamos a valorar un sistema educativo si tenemos la certeza personal de saberlo todo y no necesitar que nadie programe y realice proceso de aprendizaje alguno? Ya lo decía, con palabras más sencillas y más elocuentes Jesús de Nazaret cuando afirmaba que «(…) no tienen necesidad de médico los sanos». Si no tengo preguntas por dentro cualquiera que me ofrezca respuestas será un desestabilizador, un provocador, un estorbo social. ¿Para quién es necesaria una salvación en esta cultura dominada por la borrachera de autonomía, emancipación y autosatisfacción? Hay, por poco que alcemos los ojos a nuestro alrededor, un verdadero desapego a la salvación.

Nos contentamos con los regalos sin esperar el regalo. Ya que lo tenemos todo, o creemos tenerlo todo, nadie puede regalarnos nada que sea algo más que un detalle superfluo e innecesario, poco más que funcionalmente estético. No esperamos nada porque creemos poseerlo todo. La salvación, que es siempre un encuentro con un don necesario, es un término que genera no poco rechazo por su aparente significación improcedente. «No necesitamos que nadie nos salve, pues estamos bien como estamos». Auto referencialidad, la llama el Papa. Auto complacencia, podríamos añadir nosotros.

Y lo ciento es que no tenemos garantía de nada. No somos dueños absolutos de nadie ni de nada. No tenemos garantizado, siquiera, el afecto y el amor que necesita nuestro corazón. No hay un día que podamos considerarlo verdaderamente nuestro y poseer respecto de él un dominio que nos lo garantice. Somos muy vulnerables. Más vulnerables de lo que nosotros imaginamos. Lo somos, pero no lo queremos saber. Y como creemos que siempre hacemos las cosas bien, porque las hacemos libremente, entonces se nos difumina la capacidad de pedir perdón y rehacer las relaciones. En esta sociedad de hombres libres se produce la paradoja de ser una sociedad de relaciones rotas.

Igual que los Magos de Oriente, cada uno de nosotros necesita salvación. Ellos vinieron siguiendo el rastro que la realidad dejaba en el cielo, a ofrecer regalos a Aquel que consideraban el Salvador. Tal vez nosotros nos contentemos socialmente con ser poseedores de oros, inciensos y mirras, sin reconocer dónde está el verdadero regalo para cada uno de nosotros. Tenemos cosas, pero no somos lo que tenemos. Y ahogamos en más cosas, nuevas cosas, la rendija de insatisfacción que Alguien nos quiere llenar con su sorprendente salvación.

Feliz día de Reyes, amigos.

Comentarios

  1. EXCELENTE ARTÍCULO O CARTA -QUE RAZÓN TIENE. ¡QUE DIOS LE GUARDE! uN ABRAZO.

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