La Carta de la Semana (15/12/2016): "TOLSTOI Y LA CONVERSIÓN DE LEVIN"


Rusia es cuna de un extraordinario círculo de maestros de la literatura universal. Muchas veces necesitamos volver a la letra impresa en los siglos pasados para conocernos a nosotros mismos y para conocer nuestra realidad. Eso ocurre con ellos, entre los que León Tolstoi es uno de los grandes. Uno de los personajes de su novela Ana karenina es el propietario y agricultor Levin Ivanovich. Creo que un personaje de indudable actualidad: un materialista, un hombre filosóficamente inquieto que buscó en la ciencia y en la filosofía respuesta a los interrogantes profundos en relación al sentido de su vida y a su significado profundo.

El final de esta novela es una extraordinaria descripción de lo que ocurre en el mundo interior de un hombre que redescubre la fe en Dios como lugar de sentido a la vida. Después de leer infinidad y de buscar por todas partes, el sencillo comentario del encargado de sus tierras fue decisivo. Describía a un hombre bueno como aquél que «(…) no se preocupa sólo a cubrir sus necesidades, sino que también cuida su alma». Aquellas palabras deshicieron la maraña de dudas en las que su vida se había enrollado. Cuidar el alma escuchando a Dios que manifiesta su bondad en la bondad de lo que nos rodea.

Después de describir el itinerario interior de un hombre con una mente materialista durante toda su vida, concluye Tolstoi su relato con un párrafo que traduce el pensamiento de Levin: «Pero a partir de hoy mi vida, toda mi vida, independientemente de lo que pueda pasar, no será ya irrazonable, no carecerá de sentido como hasta ahora, sino que en todos y en cada uno de sus momentos poseerá el sentido indudable del bien, que yo soy dueño de infundir en ella».

Es la dicha de encontrar el bien y su fuente. Es el regalo del asombro ante lo grande inesperado que es capaz de darle unidad a todo, y significado y sentido a la existencia. Esta experiencia no se puede encontrar, sino que es precisamente ella la nos puede alcanzar. Y sorprender. Por eso, la súplica es el camino para alcanzarla. Es lo que hacemos en este tiempo de Adviento: suplicar que nos alcance la razón de ser de todo y la fuente del bien y de la verdad que está en todo.

La Navidad puede ser, a pesar de tantas luces ridículas, nuestro momento.

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