La Carta de la Semana (07/09/2016): "SANTA TERESA DE CALCUTA"


La primara vez que un premio nobel llega a los altares. El pasado domingo, 4 de septiembre, el Papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta, una extraordinaria mujer que ha introducido en su nombre aquel lugar de la India en el que decidió quedarse acompañando a morir a las personas a las que sólo les queda la muerte en su itinerario histórico. Acompañar a Cristo que sigue muriendo en la muerte de los pobres que mueren solos y abandonados. Sin palabras, sin discursos, con una vida convertida en gesto elocuente del valor de toda persona humana. Y un discurso en la sencillez de una frase: “La paz comienza con una sonrisa”.

Ciertamente, esta mujer ha sido contemplada como santa desde el mismo momento de su muerte. Pasa como con el Papa Francisco; independientemente de si se es más o menos creyente, si vivimos con mayor o menor entrega la vida espiritual, nos resulta fácil descubrir en personas como la Madre Teresa, la belleza de la verdad convertida en vida. Ante este tipo de gestos callan los discursos y las faldas elocuencias. Con qué sencillez pedía a las potencias internacionales que le dieran sólo lo que costaba un F17, con lo que aliviar el dolor de tanta hambre en el mundo. Con qué sencillez gritaba al primer mundo que no mataran a los bebés con el tremendo látigo inhumano del aborto… “(…) no los maten, dénmelos, por favor”.

Hay imprentas que imprimen libros, editoriales que los avalan, pero hay sonrisas cargadas de sencillez que llenan bibliotecas. Y, pese a la cantidad de personas que nos alegramos de lo ocurrido el domingo en la Plaza de San Pedro, en Roma, se necesitan muchos más lectores de esos sencillos libros que hacen historia. Porque, al estar empapada en experiencia espiritual de trato afable y cercano con Cristo, la labor de las Misioneras de la Caridad, es una verdadera labor social.

Me alegro mucho de poder dedicar esta columna a la Madre Teresa de Calcuta. Me alegro mucho de poder manifestar públicamente que como ella, muchos otros hombres y mujeres, de manera anónima pero real, entregan una sonrisa acompañando su trabajo solidario de promoción y acompañamiento del hermano necesitado. Si, como recordaba San Juan de Dios, los “pobres son la riqueza de la Iglesia”, los santos como la Madre Teresa son la sonrisa de Dios. No nos quepa duda.

La paz comienza con una sonrisa.

Comentarios

  1. Entrañable y bello artículo, ¡Qué Dios le guarde! Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Entrañable y bello artículo, ¡Qué Dios le guarde! Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario