La Carta de la semana (01/09/2016): "COLGAMOS DE UN HILO FINO"


Han sido tremendamente duras las imágenes que ha dejado el terremoto que ha asolado el corazón de Italia. No sólo la señal de la destrucción en las calles y edificios, sino la señal de la muerte y el dolor de quienes han padecido el seísmo con el precio de la vida de sus seres queridos. El dolor de las familias en imágenes que han recorrido las redes sociales dejándonos un sabor a impotencia ante lo inevitable. Tan duras como las imágenes del hambre o la guerra en tantas esquinas del mundo en el que la vida se apaga con una facilidad espantosa que asusta por inexplicable.

Colgamos de un hilo fino al que la existencia vital nos une de tal manera que, a poco que se reviertan las circunstancias, caemos en los brazos de la muerte dejando extrañeza y dolor en nuestro entorno. De esta realidad precaria y vulnerable hemos de ser conscientes. Porque es la realidad. Porque es real. Porque está ahí, ante nuestros ojos, manifestando lo que es importante y lo que no lo es, lo que es relativo y cuyo valor no pesa lo suficiente como para hipotecar nuestra libertad. Son imágenes que puedes ayudarnos a vivir poniendo el corazón en lo importante. Imágenes que nos deben enseñar a vivir.

Seamos sinceros. Hay temas en los que no pensamos ni de los que no hablamos. Hay convencimientos impropios que sugieren que sólo se mueren los otros. Y es de mal gusto sacar estos temas y es políticamente incorrecto que los tratemos. Tal vez tenemos la suerte de pasar de pantalla, hacer un zaping y aliviar nuestros interrogantes con otras imágenes que nos hagan olvidar lo más obvio de la vida: que es vulnerable y finita. Un día es un tesoro. Contemplar un amanecer y ser consciente de ello es una posibilidad extraordinaria. Y son aspectos, entre otros muchos, que no deberían escaparse como agua entre las manos.

Recuerdo aquellas palabras del Papa que nos decía que “(…) no se debe negar el derecho al llanto –tenemos que llorar en el luto– también Jesús ‘rompió a llorar’ y se ‘turbó profundamente’ por el grave luto de una familia que amaba. (…) Podemos más bien atender al testimonio simple y fuerte de tantas familias que han sabido tomar, en el durísimo paso de la muerte, también el paso seguro del Señor, crucificado y resucitado, con su irrevocable promesa de la resurrección de los muertos”.

Reivindiquemos, pues, el derecho al llanto y a la esperanza

Comentarios

  1. Con mucho retraso pero con mucho cariño. Excelente y acertado artículo "Reivindiquemos, pues, el derecho al llanto y a la esperanza" Porque, con la muerte "se abre la puerta de la esperanza". Ya que nuestra vida, aunque alguno se empeñen en contrario, "pende de un hilo". ¡Que Dios le guarde! Un abrazo.

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